7DuendeS

.:Leer:.

Leer para adquirir conocimiento, para entender; para saber de otros, para saber mas de ti. Para conectar con el mundo, pero sobre todo con quien eres. Leer para vivir otras vidas y probar otros nombres, para -parafraseando al poeta-, probarte el traje y la piel de todas las personas que nunca serás. Leer para revolverte, para buscarte y al final, encontrarte. Leer para marcharte y para llegar a buen puerto. Leer para no volver. Leer para escuchar desde otras voces acerca de todo lo que sucedió. Leer para declarar principios y crear nuevas realidades, para saber que algunas cosas -que todas- son posibles. Leer para perdonar y reivindicar. Leer para comprender que no estas solo a pesar de que a veces lo creas o sientas así. Leer para completarte. Leer para abrir espacios. Escribir para llenarlos.

.:Cuatro:.

     Te estoy mirando. Estás  sentada en el sillón  con tu costura en el regazo,  el rostro viendo hacia abajo a través de  los lentes  a media nariz, la blanca tela que has  tensado  en el bastidor, tu mano contando puntos con el filo de la aguja por la que pasa una hebra color rojo y tu mirada pasando  a ratos de la  muestra al bastidor, del bastidor a la muestra, la mano guiando la aguja a través de la tela, un punto y luego otro, la mirada de vuelta al patrón en un proceso de repetición del que surgirá la colorida figura.  En el ambiente se escuchan las voces y la música de la novela de la tarde desde una tv encendida a la que nadie hace caso. He dejado  a un lado el libro en el que estaba hace un momento para hacerte una pregunta, una  que me hará decidir algo, una cuya respuesta aclarará algunas dudas que tengo hace días, acerca de temas sobre los cuales solo puede decidirse en tardes  luminosas como esta con la luz propicia para  actividades que requieren agudeza, leer, observar, bordar, preguntar. Encontrar respuestas.

    Miro desde mis dudas y la inquietud del corazón y el libro con historias que no puedo entender porque hace un momento me di cuenta de que estoy leyendo sin leer por estar en mis propias cavilaciones, descansa ya a mi lado izquierdo, abierto, con las páginas hacia abajo, resignado.

    Voy a preguntarte algo pero antes, te estoy mirando, un rato,  en tu costura, ajena a todo, concentrada,  sólo  tu mirada, la tela, el patrón, la aguja, la agudeza con que me habrías de contestar mi pregunta,  y tú,  entera, certera, contundente, serena.

:.He vuelto a ver atardeceres:.

He vuelto a ver atardeceres. Llevo algunos días  sí y otros también saliendo a caminar por las tardes al cerrito alrededor de mi colonia. Los primeros días fueron de ver al suelo, básicamente ver por donde piso, familiarizarme con el terreno, concentrarme en mi respiración y en controlar el ritmo, ver para dentro, pensar cosas. Se puede decir que la mente fue dueña de esos días (la mente que latosa eh, si la dejas andar suelta se ausenta del presente), sobre todo se adueñaba de los primeros minutos de caminata, ya estas últimas salidas se ha ido disipando toda la neblina mental y me he concentrado en aspirar el aroma del cerro y observar como el sol va ocultándose poco a poco. al principio puse atención a esto porque me  sirve para revisar el tiempo y no andar allá arriba si ya anocheció, luego he pasado a la etapa en la que antes de bajar dedico unos minutos exclusivamente a ver el atardecer antes de bajar y entrar a la casita. 

Se siente espectacular, mueve algo que creí olvidado. 

.:4:.

Saber o no saber, he ahí el dilema. Darse cuenta de todo y afrontar o no darte cuenta de nada y andar por la vida abrazando la dulce ignorancia y, en lo que decides, peligrosamente bordearla por el recio precipicio que amenaza con engullirte.

Leer el mensaje, acusar de recibo y hacer algo con eso requiere tiempo.
Y valentía

.:3:.

Verte. No sé bien cómo, pero verte. Sortear la  distancia, los compromisos, los mundos,  la tierra, los sueños, las dudas. Verte nada más. Preguntar por ejemplo ¿Cómo te ha ido?  y escuchar tu voz en vivo, fuera de teléfonos, de whatssapp, de skype y de esas cosas que  aunque son para  acercarnos nos hacen tomar conciencia de la distancia, de los abrazos que nos enviamos siempre  como casualmente, sabiendo que no vamos a dárnoslos nunca. 

 

¿Que forma tiene tu sonrisa cuando no ríes conmigo? 

 

Verte otra vez. Y decirnos todo

Y a la vez hacer como si nunca nos hubiéramos ido, 

 

Creo que nunca  te había  extrañado tanto...

 

 

La compra

        Ayer fui al supermercado para comprar queso para unos chiles rellenos y unas trampas para raton porque tenemos varios días con un roedor rondando por la casa. Nada tiene de especial ir por esos artículos al mercado y mucho menos escribir acerca de eso, a esa hora el super estaba casi solo, de hecho no me tocó fila en la caja:  Llegué y la cajera despues del saludo habitual y el "¿encontró todo lo que buscaba?" de trámite, procedió  a registrar la venta y ya, pero quise poner atención a la manera en que esos artículos serían empacados, pues aunque ambos traían su empaque individual bien cerrado, no quería que fueran en la misma bolsa, por que las trampas venían del  estante de los insecticidas y detergentes y el queso del de los comestibles y  pues, no.

Es habitual que los empacadores separen alimentos de insecticidas y detergentes a la hora de empacar, pero como a veces se les pasa por las prisas principlamente. Mientras la cajera pasa mi tarjeta observo como el empacador se queda unos segundos viendo los artículos,  saca dos bolsas pequeñas y empaca por separado,  un minimomento después se queda observando y rápidamente cambia de opinión y saca el queso de la bolsa en que estaba y lo pone  junto con las trampas  deja la otra bolsa aparte y,  con una flamante sonrisa; me extiende la bolsa de mi compra con un amable "que le vaya muy bien" . Yo, doy las gracias y  sin decirle nada ya caminado a la salida, saco  el paquete de las trampas y las pongo en un apartado que casi no uso de mi bolso de mano y  me voy  alegremente  con la bolsa de queso por separado, hasta que llego a casa.

Estamos con mi hermana leyendo las instrucciones y buscando qué cebo ponerles, ella saca un trozo de queso y yo le digo:

-'nombre, no caigamos en estereotipos, ¿crees que nuestros ratones no sean diferentes? No debe ser queso precisamente lo que les pongamos ¿o si? puede ser pan o tortilla.

Ella ríe y es entonces cuando  viene a mi memoria el señor empacando queso y trampas en una misma bolsa y caigo en la cuenta de que probablemente hizo eso porque pensó: Mira que queso tan grande compra esta mujer para sus trampas. Ha de haber relfexionado, pobre tonta ¿Que no sabe que no es necesario comprar tanto queso y en vez de eso usar alguna otra cosa como pan o tortillas viejas a manera de  cebo?
Me dio mucha risa. Creo que me  pasó lo que al que va a la ferretería y compra cuerda, cinta canela y unos cinchos y al salir se sube a una panel  sin ventanas: todo el material para un secuestro y asesinato ¿no?  Y lo que pasa es que el tipo nada más se va cambiar de casa y necesita empacar y sostener algunas cosas.

En este caso dicha analogía no aplica, porque malos entendidos  y risas aparte, es todo verdad: Con esa compra se planeaba uno o más secuestros y asesinatos;, los de los roedores.

Así las cosas.

 

Actualización: Pues sí, nuestro roedores salen del estereotipo, le sacaron la vuelta a las trampas. Y viven todavía.